El miedo lo conozco de tantas formas diferentes que es difícil contarlas todas, he tenido tantos que parece que nunca serán una emoción en extinción en mi vida; a veces se transforman, se degeneran, se multiplican, se diluyen, se fortalecen o simplemente se ausentan dejando su lugar a otro pero nunca desaparecen.
Como una ocurrencia cualquiera, pensé que tal vez enlistar algunos era una buena forma de dimensionarlos: los temores fluyeron sin dificultad, algunos eran similares, mientras que otros parecían contradecirse. Realicé la lista intercalando miedos en importancia, tiempo y género...
Una vez que no pude recordar otro miedo dejé de escribir y releí la lista una y otra vez tratando de sentirme mejor, pensando que los miedos tal vez saldrían de mí para quedarse en el papel; obviamente no fue así, los miedos seguían aquí; yendo y viniendo por turnos. La satisfacción fue darme cuenta que en mi lista no había miedo a aceptar los días como hoy, en los que percibo, reconozco y disecciono mis temores para socializar un poco con ellos.
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