Has dejado de enredarte en mi cabello, ya no te siento jugar bajo mis rodillas y extraño tus caricias curiosas en mis tobillos...
Desde que cambiaste las excursiones entre mis sábanas por el escondite en las cortinas has dejado de deslizarte de mi cuello a mi cintura; ahora sólo me observas desde la ventana y no te decides por entrar. Hace rato que sólo apareces por obligación.
Cada vez que te ordeno recorrerme entera a la velocidad que yo elijo no haces más que zumbar en mis orejas y seguir mis deseos en la dirección y con la inclinación que yo decido...
Es imposible que te niegues a mis deseos y aunque a veces te da por mover la cabeza y fingir que no me quieres tocar, en un segundo, tu aliento se mezcla con el mío hasta que siento que me ahogas...
Termino por desenchufar el ventilador y veo como las aspas te jalan de regreso tras la cortina...
Desde que cambiaste las excursiones entre mis sábanas por el escondite en las cortinas has dejado de deslizarte de mi cuello a mi cintura; ahora sólo me observas desde la ventana y no te decides por entrar. Hace rato que sólo apareces por obligación.
Cada vez que te ordeno recorrerme entera a la velocidad que yo elijo no haces más que zumbar en mis orejas y seguir mis deseos en la dirección y con la inclinación que yo decido...
Es imposible que te niegues a mis deseos y aunque a veces te da por mover la cabeza y fingir que no me quieres tocar, en un segundo, tu aliento se mezcla con el mío hasta que siento que me ahogas...
Termino por desenchufar el ventilador y veo como las aspas te jalan de regreso tras la cortina...
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