miércoles, marzo 30, 2005

De mi divina y egocéntrica intimidad...


Desde que me inscribí en el voluntariado laboral con propósitos lucrativos específicos, léase productora audiovisual independiente con deudas específicas que solventar, me he mantenido ocupada y activa por más horas de las que recordaba tenían los días.

Aun no estoy exhausta; pero puedo adelantar que para el próximo lunes lo estaré y seguramente no tendré fuerzas para quejarme de los lunes ni de los domingos, por lo que es pertinente decirlo ahora… No me gustan ni los domingos ni los lunes y menos cuando estoy exhausta…

Como les iba diciendo… eso de ser voluntaria laboral a sueldo ha suprimido mis pecadoras horas de ocio y mi divina y egocéntrica intimidad dentro de esta manzana virtual, evitando que la muerda tan seguido como me apetece...

Aunque debo aclara que tampoco es tan malo; la vida laboral paga la renta y también divierte y alimenta el ego. Por ahora el escenario alimenticio de mi ego es una empresa de mayoreo automotriz y agrícola a la que le producimos un video institucional; por el giro del negocio la mayoría de los empleados son varones, soy mala para los porcentajes, pero supongo que mujeres no son más del veinte por ciento de la fuerza laboral, de igual forma en mi crew sólo somos tres mujeres, dos de la familia de los propietarios y yo, que soy la que pasa la mayor parte del tiempo en la oficina; rutina y escasez; dos factores que me dificultan pasar desapercibida ...

En estos días realizamos un casting de empleados para el video y creo que he corregido tantas veces la lista entre preselección, postselección y todos los “a ver si” intermedios que ya los memoricé a todos por foto, nombre, rango, área y supervisor… Ayer bajé al almacén con mi asistente y confianzudo amigo Youness, íbamos a ver los montacargas para ver cual estaba en mejor estado, él se entretuvo en algo y yo bajé primero sola...

Estaban descargando mercancía nueva por lo que localicé uno de los montacargas fácilmente sin tener que preguntar; me acerqué al grupo de empleados para ver las condiciones del montacargas haciendo todo muy rápido para evitar verlos a los ojos…


Llevaba puesto un pantalón negro de vestir que me queda ajustado, para ser clara un pantalón que me dibuja de forma explícita la redondez de mi trasero, que por el tamaño o por el puro gusto les llamó la atención, nunca he sido buena para caminar con gracia balanceándolo, la verdad es que la vergüenza me invade cuando intuyo que los hombres me voltean a ver, por lo que inmediatamente calmo mis temores egocéntricos diciéndome a mi misma “no te están viendo a ti, ni que estuvieras buena” y así logro con éxito seguir caminando y superar la vergüenza…

En eso estaba cuando apareció Youness y fuimos al área de empaqué a buscar el otro montacargas; cruzamos la fila de empleados entre los anaqueles y las mesas de empaque buscando el carrito y no lo encontramos, así que dimos vuelta para regresar a la oficina…

Cuando me di cuenta estaba caminando sola de nuevo y Youness apresuraba el paso tras de mi; no me di cuenta de mi prisa por llegar a la oficina hasta que mi irreverente amigo me dijo… “¿sentiste las miradas?” ... yo lo vi con cara de ¿miradas? ¿cuáles?...

Muerto de la risa me dijo, ¿cuáles? Pues las de los empleados sonsa! y un segundo después soltó la carcajada mientras imitaba mi huida entre los anaqueles; imitación que fue graciosa y fiel y sin negarlo le fue compensada con un manotazo de mi parte…

Cuando subíamos las escaleras, por cuestión de logística, el iba detrás de mí y cuando mi trasero le quedó más o menos a la altura de los ojos decidió bautizarme como La seductora de ORMA, título que tuvo a bien sonorizar con carcajadas hasta la oficina y que desde entonces se ha convertido en la broma recuerrente que embellece silenciosamente el trasero de mi divino ego...

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