viernes, septiembre 16, 2005

Grito tricolor



(Fotografía tomada de Nada Personal, toda la secuencia aquí)


Recuerdo mis lunes de infancia vestida con ropa blanca, en filas, tomando distanciacon los compañeros de enfrente para quedar en posición firme, saludando a la bandera y entonando a mi muy desentonada estilo el himno nacional, con sus gritos de guerra , el acero, el bridón y el rugir del cañón. Recuerdo a Adela, la maestra de música, más desafinada que yo, haciéndonos memorizar la letra sin tomarse la molestia de explicarnos nada; la recuerdo desparramada y fodonga regañándome en público por desafinar las estrofas, recuerdo la vergüenza y el miedo por los que terminé vocalizando el himno en silencio; moviendo la boca para no ser reprendida y ahogando mi voz para no ser avergonzada por aquella infame y desafinada tirana.

La verdad es que nunca me importó demasiado cantar el himno a pulmón, tampoco fui suficientemente ñoña para ser parte de la escolta, ni suficientemente bonita para ser abanderada, pero a pesar de todas aquellas vicisitudes que pudieron mermar mi patriotismo confieso que no soy capaz de controlar mi epidermis cuando veo una multitud entonando el himno nacional o escucho un grito contundente de VIVA MÉXICO; Ridícula tal vez, pero la piel se me enchina y el estómago se me alborota con ese sentimiento de enamoramiento que sólo los buenos besos pueden recrear.

Anoche no grité, tampoco me besaste pero el patriotismo sigue aquí y las ganas de besarte también...

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