En el aire las palabras parecen más grandes. Las letras se desploman desde sus labios hasta el fondo de mis pupilas, las primeras caen en orden y las últimas se acomodan en el iris; es ella quien pregunta si quiero que me cuente un cuento...
¿Un cuento? Me maravilla ver como se disuelven en las sábanas y recordar como se rehacen en mis sueños, pero... ¿y si es otro cuento de la hormiga?. La miro fijamente, con los ojos bien abiertos, mientras dilucido si realmente quiero escuchar una historia más de esa perturbadora hormiga...
Ese insecto plagiador que conoce mis movimientos más sórdidos, mis berrinches más dramáticos, y que al final de cada historia practica a la perfección cada una de mis malas mañas; el día que me niego a comer verduras el insecto se atreve a privarse a si misma de su gusto nato por los alimentos verdes, igual que el día que no quiero levantarme para ir a la escuela, la hormiga maldita incordia a su madre-hormiga, desafiando impúdica su naturaleza workaholica, quedándose ella también bajo las sábanas.
Con los años la hormiga ha dejado de plagiar mis malas mañas para participar en los protagónicos de los cuentos de mi madre, pero aun así ella me sigue llamando hormiga cada vez que la miro fijamente con los ojos bien abiertos como aquellas veces.
¿Un cuento? Me maravilla ver como se disuelven en las sábanas y recordar como se rehacen en mis sueños, pero... ¿y si es otro cuento de la hormiga?. La miro fijamente, con los ojos bien abiertos, mientras dilucido si realmente quiero escuchar una historia más de esa perturbadora hormiga...
Ese insecto plagiador que conoce mis movimientos más sórdidos, mis berrinches más dramáticos, y que al final de cada historia practica a la perfección cada una de mis malas mañas; el día que me niego a comer verduras el insecto se atreve a privarse a si misma de su gusto nato por los alimentos verdes, igual que el día que no quiero levantarme para ir a la escuela, la hormiga maldita incordia a su madre-hormiga, desafiando impúdica su naturaleza workaholica, quedándose ella también bajo las sábanas.
Con los años la hormiga ha dejado de plagiar mis malas mañas para participar en los protagónicos de los cuentos de mi madre, pero aun así ella me sigue llamando hormiga cada vez que la miro fijamente con los ojos bien abiertos como aquellas veces.
3 comentarios:
Ellas son como las mini camaras de los espias que nos observan y son testigos de nuestras vivencias y locuras! si pudieran hablar..."Que cuentos nos echarian" ....Me encanto leerte!
Saludos desde canada
Karl
me ha gustado...
saludos
robert
oye! pude mirar en tu foto que ahi tienes tus instrumentos de arte, me encantam tus dibujos, de verdad espero y tengas unos nuevos te linkearé
un besote!
Publicar un comentario