Letras manuscritas, cortadas en lija y pegadas sobre madera; vocales y consonantes que brindan una experiencia dactilar mucho más sensual que cognitiva.
Los dedos regordetes siguen la figura trazada por la lija mientras que la mayor de nosotros repite los sonidos de la a la z.
Preguntas a cuatro recuerdos claros de aquél preludio literario
La dama de cabellera espectacular y frágil voz a la que hoy va dirigida esta carta y a quien le debo directamente ser capaz de mezclar vocales y consonantes sin disimulo
¿Seguirá practicando el hedonismo rugoso?
La pequeña y entrañable Sara con quien sigo compartiendo aquellas letras a pesar de las distancias
¿Fotografía, biología o diseño?
La sonrisa incompleta de Manolo después de morder vorazmente una manzana.
¿Qué habrá sido de él después de que dejó de habitar en aquella foto?
La necesidad impertinente de contar historias falaces de aquella niña, de nombre aún más raro que el mío
¿Seguirá siendo inmune a los suflés de vegetales venenosos?
3 comentarios:
despues de mucho tiempo regreso a tu blog solo para darme la vuelta... saludos
Hola Ramiro, después de mucho tiempo yo misma regreso aquí. Saludos!
¿Fuiste chica Montessori?
En mi escuela, la madera de esas letras estaba pintada de verde, lo recuerdo bien. Imagino que entonces también conoces el alfabeto móvil. Hace mucho que no platico contigo, espero andes chido. www.monosenterrados.blogspot.com
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